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En la madrugada de este 26 de septiembre de 2023, las autoridades de Yopal fue alertadas de un triste caso de presunto suicidio por suspensión. 

Un joven estudiante universitario de 24 años fue encontrado sin vida en su residencia ubicada en la Calle 36a # 27-46, Barrio El Mastranto.

La información conocida hasta el momento, señala que Juan Camilo Roa Veloza, fue descubierto por un familiar.

La señora Eduviela Roa Martín, tía del joven, preocupada por la falta de comunicación desde el día anterior, decidió visitar su residencia.

Al llegar al lugar, se encontró con todos los seguros y candados puestos en la puerta, lo cual levantó sospechas. 

Ante esta situación, solicitó la ayuda de un cerrajero para poder ingresar a la vivienda. Fue en el patio de la casa donde se encontró el trágico escenario: Juan Camilo suspendido por una cuerda alrededor de su cuello.

Las autoridades fueron alertadas inmediatamente y se activaron los protocolos correspondientes para casos urgentes. 

Este lamentable suceso ha generado conmoción en la comunidad educativa y deja una profunda tristeza entre amigos y familiares del joven universitario.

Las autoridades continúan trabajando en la investigación, para esclarecer los motivos que llevaron a esta triste decisión.

 

 

 

 

En una operación conjunta entre el Ejército Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aeroespacial, en coordinación  con la Policía, el CTI de la Fiscalía General de la Nación y  articulada con el Gaula Militar de Casanare, se logró la liberación de un ganadero, quien había sido secuestrado en  Nunchía.

El plagio solo duró 8 horas, tiempo que duró la reacción de la Fuerza Pública, que además de la liberación de la persona retenida, consiguió la captura de dos de los plagiarios, así como la incautación de las armas y el vehículo utilizados para cometer el delito.

Según informes de inteligencia y la colaboración ciudadana, tres individuos encapuchados y armados lo llevaron a la fuerza en una camioneta hacia el sur de Casanare, con destino a los departamentos de Meta y Vichada.

Con la información recopilada, las tropas del Batallón de Ingenieros de Combate N.° 28 lograron ubicar al ganadero en una vivienda rural en Puerto Gaitán, Meta.

Allí, se efectuó el rescate de la víctima y se detuvo a dos de los secuestradores. El tercer implicado logró escapar. Las autoridades continúan trabajando para dar con su paradero.

Los capturados fueron trasladados en helicóptero hasta Santa Rosalía, Vichada, donde fueron puestos a disposición de las autoridades, junto con las armas cortas tipo pistola calibre 9 mm que portaban, para su respectivo proceso de judicialización y legalización de captura.

La víctima fue traslada por los plagiarios en un vehículo de su propiedad, el cual fue abandonado en la vía a Orocué. El Gaula continúa con las gestiones para recuperar el automotor. En ese mismo lugar se encontró una motocicleta en la cual se movilizaban el resto de los plagiarios.

Durante la liberación, los soldados brindaron primeros auxilios al ganadero rescatado, quien posteriormente recibió atención médica especializada.

Por el delito de hurto calificado, personal de la Policía dio captura a un sujeto, quien había perpetrado un asalto a mano armada.

Según las autoridades esta persona presenta 08 registros en el SPOA, dos de las cuales son en calidad de indiciado por hurto, una por hurto calificado, 03 por lesiones, 01 por daño en bien ajeno y otra más por violencia intrafamiliar.

Este individuo fue detenido en flagrancia luego de cometer el hurto, en el cual se apoderó de una cadena de oro y varios anillos, entre otras joyas, valoradas en 15.800.000 pesos.

El caso fue conocido por el Juzgado Promiscuo Municipal de Pajarito. Según la versión que allegada a la autoridad judicial, los hechos de los cuales se responsabilizó al individuo en mención, ocurrieron el 22 de septiembre de este año, sobre las 5:40 de la tarde.

El sujeto es señalado de intimidar a la víctima con una arma de fuego, tipo revolver, mientras un segundo individuo lo esperaba en una motocicleta, para emprender la huida de la escena del atraco.

Frente a estos hechos la Fiscalía solicitó al juez, medida de aseguramiento para el detenido. Solicitud que el togado aceptó, ordenando su detención preventiva en establecimiento de reclusión.

 

La oportunidad es uno de los factores más recurrentes, para la comisión de delitos. Ese exceso de confianza termina por lo general facilitando las cosas para el accionar delictivo, como el caso ocurrido en Paz de Ariporo, donde se reportó un millonario robo.

Eran las 11 de la mañana del 20 de septiembre, cuando un grupo de hermanos se reunión en una vivienda, ubicada en la carrera 5ª # 4 – 34B del barrio Los Centauros.

El motivo de la cita era repartir el dinero producto de la venta de un inmueble de la familia. El total la suma a repartir era de 200 millones de pesos. Cumplido con este trámite la familia se quedó para compartir un rato. 

Desafortunadamente dejaron la puerta abierta de la vivienda y sobre las 2.30 de la tarde un grupo de 4 personas, entre la cuales había una mujer, ingresaron al lugar, con armas de fuego intimidaron a los presentes y se llevaron la totalidad del dinero. Pese a la gravedad de la situación, por fortuna no hubo lesionados.

Una vez cometido el hurto los asaltantes huyeron del lugar de dos motocicletas, una Pulsar de color negro conducida por una mujer de contextura gruesa y una Biwis de placas AH-25F. Según se conoció tomaron La Marginal del Llano, con rumbo a Pore.

Un presunto suicidio sacude nuevamente a las autoridades, debido al creciente número de estos hechos de autoeliminación que se vienen presentando en el departamento.

En esta ocasión la situación se presentó en el municipio de Villanueva. Basado en el relato oficial de los hechos, Carlos Osvaldo Iguarán Benítez, de 18 años, quien al parecer decidió poner fin a su existencia. El joven residía en la vereda Aeropuerto de esta localidad, ubicada al sur de Casanare.

La narrativa del acontecimiento indica que a las 6:20 de la mañana, de ayer miércoles 20 de septiembre, la Policía de Villanueva recibió una llamada, donde alertaban sobre un presunto suicidio ocurrido en  la vereda Bello Amanecer, vía al aeropuerto.

Al llegar al sitio los agentes policiales se entrevistaron con Juan Carlos Rojas Benítez, quien se identificó como hermanastro de la víctima. Esta persona manifestó  a los uniformados, que al llegar de su jornada laboral, encuentra suspendido con una sábana a Carlos Osvaldo.

En el diálogo con la autoridad agregó que procedió a cortar la sábana y revisar el estado de su familiar. Esta acción le permitió establecer que ya no tenía signos vitales.

Acto seguido la Policía ingresó a la vivienda y encontraron el cuerpo de Iguarán Benítez tendido en una cama, cubierto con una sábana. En este momento se comunicaron con la Sijín, para que hiciera presencia en el lugar, con el fin de adelantar el procedimiento que se aplica en estos casos, para el levantamiento del cadáver. El suceso ahora es materia de investigación por parte de las autoridades.

Jueves, 21 Septiembre 2023 07:55

El general en su laberinto de imprecisiones

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Allí estaba rigurosamente vestido de blanco impoluto, el mismo color de la inocencia de las víctimas que miserablemente asesinaron, durante esos oscuros años de atrocidades ordenadas desde la Brigada XVI del Ejército, durante el periodo 2005 -2008.

Era el mayor general en retiro William Torres Escalante, quien revisaba una y otra vez unas hojas de papel, que tenía en sus manos. Como estudiante aplicado que lee sus apuntes preparándose para un examen, leía y subrayaba seguidamente el escrito.

Estaba ubicado en primera fila. En el costado derecho, del espacio reservado para ese grupo de militares retirados. Ellos habían llegado a Yopal para contar toda la verdad, sobre esos homicidios con cuya sangre se escribió el capítulo más truculento, de la historia reciente de Casanare.

Todos querían escucharlos. Los magistrados de JEP, los periodistas, pero sobre todo los familiares de las víctimas, en su mayoría ansiosos por obtener respuestas concretas, al cúmulo de interrogantes, que por más de una década les ha robado la tranquilidad.

El salón Quiripa fue el escenario. Un auditorio con un espacio tan amplio que fue dispuesto para albergar en un solo lugar, toda la verdad, salida de los testimonios de los victimarios, pero también el dolor, la indignación y toda clase de sentimientos encontrados, producto de las historias escalofriantes, narradas en primera persona por sus protagonistas.

En esta audiencia pública de la JEP, programada para conocer toda verdad sobre las ejecuciones extrajudiciales, cometidas por un militares adscritos al Brigada XVI de Yopal y conocidas popularmente como falsos positivos.

Uno a uno oficiales y suboficiales retirados fueron confesando sus crímenes. Algunos guardaban silencio por cortos periodos y respiraban profundo, quizá porque sabían que era necesario soltar toda esa carga de culpabilidad que pesaba sobre sus conciencias.

Las horas y minutos se hacían eternas esperando escuchar la confesión del militar de más alto rango, el general Torres Escalante. Al fin le llegó el turno de hablar. Sin mayores sobre saltos subió al atril y comenzó a contar su versión de los hechos.

Cabizbajo por algunos momentos, pero de mirada fija, su rostro soslayó cual insurrección del lenguaje no verbal, el mismo que da señales claras sobre lo que estaba pasando al interior de la mente humana.

En su intervención de más de una hora, el general reconoció que su responsabilidad se enmarcó dentro de los límites de la exigencia a sus subordinados, para que entregaran resultados traducidos en muertes en combate.

Cubrió con un manto de imprecisiones los señalamientos que pesan en su contra, como determinador y ordenador de varias de esas muertes. Homicidios de personas indefensas, algunas de ellas amarradas y torturas, antes de ser ejecutadas.

En otros casos las víctimas eran incluidas a la fuerza en falsos operativos, para camuflar la barbarie que cometían. Una de estas historias fue narrada por uno de los victimarios.

El infame escenario fue un punto en la zona rural de Tame (Arauca). Contó que cuando era necesario saltaban los límites de su jurisdicción, para ir en busca de sus víctimas.

En este caso concreto, narró cómo un grupo de 30 valerosos soldados rodeó una casa, donde supuestamente se encontraban unos peligrosos subversivos.

Esos temidos rebeldes eran dos niños menores de 5 años, su progenitora, un adulto mayor y el padre de la casa. Relató que rodearon la casa, profirieron toda clase de insultos contra estas humildes personas y finalmente asesinaron al padre de familia.

El cadáver se lo llevaron amarrado a un caballo, que le robaron a la víctima y se fueron, no sin antes asaltar la vivienda y robar lo poco de valor que encontraron.

Dentro de su equipaje  cargaron con uno que otro miriñaque producto del hurto, pero también llevaban los sueños frustrados de una familia, de unos niños que se quedaron sin un padre y un jefe de hogar que era el proveedor de una familia humilde, campesina, que después de este traumático hecho, no volvería a ser la misma.

Escenas propias de un cuento de horror, de las cuales el general solo confesó que ser culpable por omisión. Recalcó que varias de estas acciones nunca le fueron informadas por sus subalternos. Declaraciones que no pasaron desapercibidas.

Una de las víctimas, Lady Johana Torres lo increpó y lo conminó a aceptar que por orden suya, fueron asesinados su padre y su hermano, por lo que para ella el oficial no pasa de ser un asesino. Así lo confirmó horas después en declaraciones a la prensa.

En el epílogo de la intervención del general la magistrada le recordó en tres ocasiones, que su lugar en este proceso que adelanta la Justicia Especial para la Paz, no obedece a una omisión, sino a una actuación más directa en varios de estos homicidios.

Ante las peticiones de la magistrada, Torres Escalante asevero que su error fue ser alcahuete y en estos actos atroces. Termino que para la togada confirmaba que el general sí conocía de estos atropellos, porque la palabra en mención es sinónimo de encubrir, y este tipo de actitudes se aplican a acciones ilícitas, no para obras de caridad o cualquier otra acción loable.

En ese momento se hizo un receso. Henry Torres Escalante fue abordado por la medios de comunicación, pero sin vacilaciones dijo que no entregaría declaraciones a la prensa.

Al retomar nuevamente el uso de la palabra manifestó que tal vez por la sobrecarga de cansancio, producto de la extensa diligencia judicial, utilizó la palabra alcahuetear. Vocablo que no aplica para el caso y que lo cambió por permisividad.

Específicamente dijo que cuando se enteró de la situación que estaba sucediendo al interior de la Brigada, fue permisivo. Nunca hizo un llamado de atención, ni tomó cartas en el asunto desde su condición de comandante de la unidad militar.

De todas formas quedan muchos interrogantes sin resolver. Personas que aún siguen desaparecidas, preguntas sin resolver, sin contar con la inconformidad por parte de las víctimas.

Ellos esperan que al final de este tortuoso camino, brille por fin el sol de la verdad y que se despejen las nubes inconsistencias y dudas que aún opacan el camino hacia una justica real, que por el momento debe resolver el laberinto de imprecisiones, que se ciñe sobre las declaraciones del general.

 

 

Miércoles, 20 Septiembre 2023 07:25

El rostro de la infamia

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La mañana fresca de ese lunes 18 de septiembre pronto cedería toda su impoluta belleza ante los relatos dramáticos de las víctimas del horror, en un escenario truculento, tenso, con historias desgarradoras que conmovieron las almas, liberaron los sentimientos y provocaron el llanto de muchos asistentes.

Allí, en el salón Quiripa de la Cámara de Comercio se programó es espacio de encuentro entre víctimas y victimarios, de los más atroces crímenes cometido en Casanare, producto de ejecuciones extrajudiciales, a las cuales con el eufemismo de falsos positivos, se ha querido suavizar un poco toda la maldad que encierran estas acciones criminales.

Premonitorias resultaron las palabras de Óscar Parra Vera, uno de los dos magistrados que presidieron la audiencia. El togado advirtió sobre la complejidad de los diálogos.

En el escenario se abordarían de frente crímenes de lesa humanidad, los más atroces de la historia reciente del departamento. Sin embargo aclaró que el objetivo no era obligar a nadie al perdón, ni a la reconciliación.

De todas formas estos encuentros no se dieron de manera espontánea, por el contrario son el producto de un trabajo adelantado durante nueve meses, con los dos actores principales puestos en un mismo lugar, para buscar por la vía de la verdad, un acercamiento al perdón, la justica, la reparación y finalmente, la reconciliación, para muchos quizá una quimera, que se pierde entre los dantescos caminos del dolor.

La infamia cometida por este grupo de criminales vestidos de camuflado, encabezados por el mayor general Henry William Torres Escalante ex comandante de la XVI Brigada del Ejército, quien reconoció su responsabilidad directa en el asesinato de 303 civiles en Casanare entre los años 2005 y 2008, estará perenne en la memoria de los familiares de las víctimas, quienes fueron destinatarios de las acciones perversas que solo una mente retorcida y sicópata puede engendrar.

Bajo sus balas cayeron muchos jóvenes, mujeres, pero en este listado de ignominia también incluyeron un adulto mayor y una persona en condición de discapacidad, a quienes hicieron pasar como peligrosos subversivos, que fueron abatidos en combate.

Espeluznantes relatos de un mismo libreto macabro, que pareciera haber sido dictado por el propio Belcebú, por la ausencia de todo tipo de sentimiento de compasión hacia sus víctimas, en mucho casos torturadas sin piedad, en una horripilante orgia de sangre.

Una de las narraciones más dramáticas emanó de los labios de Jennifer Cagua Rodríguez. Desde los albores de su infancia ha tenido que cargar con el lastre de la violencia, que ha llegado a su vida desde los todos los flancos de la guerra.

Fue víctima de la guerrilla, que le asesino a su progenitora cuando todavía era una niña. Luego sufrió la presión para militar y finalmente su hermano, cayó bajo las balas asesinas disparadas des la empresa criminal, como calificaron en la audiencia a ese grupo de militares que desde la Brigada XVI, se atribuyeron el derecho de decir quién podía vivir y quién debía morir.

En ese juicio miserable se determinó el asesinato de John Alexander Cagua Rodríguez, un joven de 16 años quien producto de toda la descarga de dolor a la que fue sometido, por la guerra fratricida que como tatuaje no deseado se ha afianzado a la coyuntura de una sociedad desde que nacimos como nación, encontró la una puerta falsa para desahogar todo su dolor: las drogas.

A los 13 años un grupo subversivo le quitó la vida a su señora madre en Tumaco (Nariño). En ese momento Alexander tuvo que hacerse cargo de su familia, compuesta por él y su hermana. De su progenitor Jennifer solo atinó a decir que fue un padre ausente, por lo que toda la responsabilidad del hogar recayó sobre su hermano mayor.

Se trasladaron para Villavicencio, de donde eran oriundos. Ya habían transcurrido 3 años desde la muerte de su mamá, Alexander tenía 16 años y Jeniffer 13.

Vivian en un barrio popular. Hasta allí, según el relato de Juan Pablo Ramos, abogado de Jennifer, llegaron efectivos del Birno o Batallón Ramón Nonato Pérez de Tauramena, adscrito a la Brigada XVI, para sacar a John Alexander y asesinarlo, con la disculpa que el joven era un consumidor de droga.

En esta caso se tipificó un claro accionar de limpieza social, como si en lugar de cometer un crimen, estuvieran haciendo una obra  benéfica de carácter colectivo.  

Nada justifica la pena capital como castigo. Así lo reiteró el abogado Ramos. “Esta persona debido a la violencia que vivió desde niño, se acercó al mundo de la sustancias psicoactivas, lo cual no es razón para provocarle la muerte”.

John Alexander fue llevado hasta Monterrey, donde le quitaron la vida. Hoy su hermana Jennifer pide a gritos salidos desde el fondo de su corazón, que le cuente la verdad.

Que le saquen de la zozobra que por años ha agobiado su existencia. Ella quiere saber las razones y las circunstancias que rodearon la muerte de John Alexander.

Juan Pablo Ramos entregó un dato adicional en sus declaraciones a los medios de comunicación. “La víctima unos meses antes de la ocurrencia del hecho, fue impactado por balas en su abdomen, lo cual le impedía caminar, pero no fue impedimento para que se lo llevaran, lo asesinaran y lo hicieran pasar por miembro de un grupo subversivo”.

Detalle que solo corrobora el grado de mal extrema y el carácter inhumano de quienes participaron en el crimen.

La lista de atrocidades es muy extensa. Son más 300 historias desgarradoras, que esperan justicia. Que aguardan por una reparación por parte del Estado, que más allá de lo económico devuelva la dignidad a las víctimas ultrajada y humillada, al ser calificados como delincuentes.

 Su recuerdo no puede seguir siendo el tapete, en el que algún día una banda de miserables limpiaron los excrementos de su crueldad, pero que ahora no pueden ocultar el rostro de su infamia.

En un operativo liderado por la Policía Nacional, en coordinación con la Sijín Demet, el Gaula militar y la Fiscalía 14, Unidad Especial de Investigación UEI, las autoridades del Meta lograron la captura de Juan Gabriel Rada Suárez, alias "Pipe", “Anillos” o “Ñeque” un importante líder de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) en ese departamento.

La detención de este sujeto se materializó en la vereda San Ignacio del municipio de Barranca de Upía. “Pipe” ostentaba el cargo de jefe de finanzas y zona del mencionado grupo delictivo, en el departamento del Meta.

Con más de cinco órdenes de captura por delitos como concierto para delinquir agravado, homicidio agravado, por ilegal de armas de fuego y extorsión, su historial delictivo lo ubica como un peligroso delincuente.

Durante su captura, alias "Pipe" intentó huir y fue necesario el uso de la fuerza por parte de las autoridades. Producto de esta acción resultó herido en un antebrazo y una pierna.

Rada Suárez es señalado por las autoridades, de recibir dineros de actividades ilícitas como narcotráfico y extorsiones en los departamentos del Meta, Casanare y Vichada. Además, se le vinculaba con el atentado a un líder comunal, en la población de Cabuyaro en 2022.

Según las autoridades el detenido  se encontraba bajo las órdenes de alias “Camilo”, quien es señalado de ser de máximo jefe de la AGC en la región de los Llanos Orientales.

Se le atribuye su participación en ocho homicidios, relacionados con el control territorial y disputas por el control de actividades ilícitas en la región.

Ayer domingo en horas de la mañana se confirmó el deceso de Arley Sanabria, quien el pasado jueves 14 de septiembre había sufrido un accidente de tránsito.

Arley junto con su hija, Érika Aguirre, se movilizaban en motocicleta, por la salida de Tauramanena rumbo a Monterrey, por la vía alterna que comunica estas dos poblaciones, del sur de Casanare.

De un momento a otro se vieron inmersas en un siniestro vial, cuando se estrellaron contra un vehículo. Érika, quien conducía la motocicleta, falleció en el lugar de los hechos, debido al fuerte impacto que se presentó, producto del violento choque.

Arley sufrió heridas de consideración y miembros del Cuerpo de Bomberos de Tauramena, la trasladaron al hospital local de este municipio, sin embargo, debido a la gravedad de la paciente fue remitida al HORO, en Yopal.

Sin embargo las lesiones y traumatismos que sufrió Arley, hizo que este domingo 17 de septiembre, se produjera su deceso.

La comunidad tauramenera está profundamente consternada por la pérdida de estas dos mujeres trabajadoras y humildes, quienes eran reconocidas por su labor, en un establecimiento público cercano al hospital local.

A través de la redes sociales cientos de amigos y conocidos, publicaron mensajes lamentando lo ocurrido y expresando solidaridad, para con la familia de estas dos personas.

 

Este lunes 18 de septiembre a las 8:30 de la mañana en el auditorio de la Cámara de Comercio,  inicia la audiencia pública de responsabilidades  subcaso Casanare, que adelantará la Justicia Especial para la Paz.

La audiencia se extenderá hasta el martes 19. Son dos días donde se espera conoce la verdad de los 303 casos de falsos positivos, perpetrados en 218 acciones acaecidas en el lapso comprendido entre 2005 y 2008.

Dicha diligencia está divida en bloques destinados para la intervención, tanto de víctimas como de responsables de los hechos violentos. Se escucharán las versiones de 21 militares retirados.

Dentro de este grupo figuran el general, Henry William Torres Escalante, excomandante de la Brigada XVI; el teniente coronel Henry Hernán Acosta Pardo y el mayor Gustavo Enrique Soto Bracamonte.

Según la JEP estos oficiales retirados del Ejército participaron en la ejecución de 303 personas, que luego fueron presentadas, como muertos en combate con grupos subversivos.  

Se espera que durante la diligencia los 24 señalados de estos homicidios, reconozcan públicamente su responsabilidad y además cuenten detalles de la organización criminal que se gestó en la unidad militar antes mencionada, durante el periodo igualmente citado.

Para las 11 de la mañana se tiene prevista la intervención de Wilmer Andrey Pérez Betancourt, quien sostuvo que la finalidad de su participación en la audiencia, “es garantizar que la pluralidad de voces de las víctimas y sobrevivientes, sean escuchadas y ampliamente difundida”.

Así mismo advirtió que ha identificado “una considerable gama de inconformidades y preocupaciones, en cómo las víctimas hemos percibido este proceso adelantado por la Jurisdicción Especial para la Paz”.

En ese listado de inquietudes destacó “la falta de verdad o verdad parcializada, la existencia de un sistema para minimizar los aportes de verdad (configurado por los victimarios/criminales, máximos responsables) y evitar el ascenso en el reconocimiento de los crímenes en la pirámide de mandos implicados por acción, falta de garantías para la participación de las víctimas así como deficiencia en garantías de seguridad, secretismo en la toma de decisiones e imposición de las mismas”.

De igual forma puntualizó que “las víctimas sentimos que hemos sido instrumentalizadas y usadas en este proceso”. Es por ello que consideró de especial relevancia la asistencia de los medios de comunicación, con el fin que “sean corroboradas y recogidas las críticas y preocupaciones que tenemos desde el territorio”, concluyó Wilmer Andrey Pérez Betancourt.