Quienes han transitado las calles de los barrios La campiña y Paraíso de Yopal, han visto de manera particular a un habitante de la calle en compañía de su perro deambular, por el sector.
El habitante de la calle, más conocido como “negro”, en medio de su poco fluido lenguaje, dice llamarse Luis y que su perro se llama “blanco”.
Luis o “negro”, llegó a Yopal según él, hace dos años, proveniente de Villavicencio aunque dice ser caleño.
“Este perrito se llama ‘blanco’, y se lo compré a una señora por un millón de pesos”, dice en tono burlón.
Los vecinos del sector dicen que el joven que podría tener entre 22 y 24 años, nunca está separado de su perro y cuando está bajo los efectos de las drogas, sopla humo de marihuana en el hocico de su mascota, para también doparlo y que no se vaya de su lado, mientras él duerme la “pea” generada por el vicio.
“Él y el perrito son tremendos viciosos y se ve que se quieren mucho. A veces cuando el señor esta por ahí tirado en el piso pasando la ‘fuma’, el perrito está a su lado y no permite que nadie toque a su amo”, dice Alfonso Segura López, dueño de un taller, cerca del cual el ‘negro’ y su mascota, llegan con regularidad a pasar la ‘traba’.
“Normalmente se les ve por el sector pidiendo comida o monedas, para comprar vicio, o durmiendo la ‘juma’ en cualquier anden. No los hemos desterrado porque no representan peligro para nadie, antes, son muy simpáticos, comenta Segura López.
Mientras la vida continúa con su ritmo acelerado, “blanco” y “negro” siguen deambulando por algunos barrios, de la ciudad, entre la miseria y las drogas que diariamente consumen, para ‘capotear’ el hambre. Ellos hacen parte de los muchos indigentes que hoy deambulan en Yopal, en donde al igual que muchas ciudades capitales no se cuenta con una política pública para la atención, inclusión y mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la calle.