Al calor del caldo que se encontraba tomando para paliar el hambre que sobre las 11 de la noche asaltó su estómago, Julio Álvarez fue abordado por una mujer quien le pidió el favor de llevarla hasta el terminal de transporte de Yopal.
La petición tuvo mucho sentido porque a esa hora llovía sobre la ciudad. Fue un día pasado por agua. En horas de la tarde un torrencial aguacero había inundado varias calles, derribado la rama de un árbol que generó congestión vehicular en una concurrida vía.
Para concluir la jornada llena de imprevistos una pareja de jóvenes fue arrastrada por la corriente del Caño Seco. Lamentablemente uno murió, el otro tuvo que ser rescatado por los bomberos y llevado al hospital con síntomas de hipotermia.
En pocas palabras, ese domingo primero de septiembre el escenario estaba perfectamente diseñado para ayudar a la fémina desconocida, quien argumentó que por encontrarse al filo de la medianoche y con lluvia abordo, era prácticamente imposible conseguir un servicio de taxi para ir a recoger a sus hijas que estaban en el terminal esperándola.
En vista de las circunstancias, Julio, latonero de profesión, accedió a llevarla. Partieron en su Renault Kwid anaranjado modelo 2020 del establecimiento de comidas, ubicado en la carrera 19 con calle 10. Al día siguiente narraría ante los medios de comunicación la nefasta sorpresa que le esperaba.
Inocente de las intenciones de la pasajera de ocasión Julio se dirigió al terminal de transportes. Recuerda que unas pocas cuadras más adelante la mujer sacó una lata de cerveza, fingió tomar un sorbo, pero en realidad lo que hizo fue soplar sobre el envase en dirección de la cara del latonero, quien aceptó transportarla.
Hasta ese punto se extienden los límites de la memoria de Julio, luego sus recuerdos se diluyen atrapados en el vacío propiciado por la sustancia que invadió sus vías respiratorias, hasta apropiarse de su mente y dejarlo en inconsciente.
Volvió a retomar el control de sus pensamientos horas más tarde, cuando se despierta solo, abandonado y desnudo en la vía que conduce al alto de la Virgen de Manare.
Todo había desaparecido. La mujer se había llevado el carro, el celular, los documentos de identidad, así como los zapatos que Julio tenía puestos. Hasta su ropa interior hizo parte del botín que se llevó su victimaria.
En la versión que entregó el latonero a la prensa, el hurto de las prendas obedeció a que Julio ese día vestía una sudadera que tenía un diseño un poco complejo, el cual dificultó en alguna medida el robo de la billetera que guardaba en el bolsillo.
Ante este imprevisto la señora optó por una solución práctica. Apeló al sentido común. Le quitó la sudadera con todo y calzoncillos, para poder quedarse con la billetera que contenía los documentos del carro, las tarjetas bancarias y seguramente algo de dinero en efectivo.
Era aproximadamente la 1 de la mañana cuando Julio Álvarez recobró el sentido. Al darse cuenta de la situación en la cual se encontraba decidió emprender el camino a casa.
En su ruta de regreso llegó la Policía que lo llevó hasta el hospital, donde permaneció por un corto tiempo, mientras terminaba de recuperarse del alucinógeno que le suministraron. Por fortuna el efecto solo duró unas cuantas horas.
Sobre la media mañana del lunes 02 atendió a los medios de comunicación cerca de su taller, ubicado en la calle 40 con carrera cuarta. Allí dijo que ya había interpuesto la respectiva denuncia y que se encontraba a la espera de los análisis de laboratorio para determinar con exactitud qué sustancia fue la que le suministraron.
También señaló que tuvo que bloquear las tarjetas bancarias para evitar que sus cuentas fueran desocupadas. Igualmente considera que la mujer que lo abordó no actuó sola, pero esta hipótesis la deben resolver las autoridades, basadas en los resultados de la investigación que ya vienen adelantando.
En cuanto al vehículo, el último dato que se tiene es que fue visto en el peaje que hay en el trayecto Yopal – Aguazul, conducido por la misma mujer que abordó a Julio. Partiendo de este dato la víctima considera que el objetivo de la delincuente es sacar el automóvil del departamento.
Julio espera que, con la presión de las autoridades, así como la información compartida en los grupos de What’sApp de transportadores, mecánicos, latoneros y trabajadores del área de repuestos y sector automotriz, logre recupera su automotor.
También confía en que logren capturar a la mujer que cometió el robo. De ella solo tiene un vago recuerdo de su aspecto físico. Solo atinó a decir que su acento era entre valluno y costeño, sin más detalles.