Policarpa, joven costurera al servicio de matronas acomodadas de Santa Fe, era el miembro más destacado de este grupo. Comprometida por entero con la causa de la independencia, prestaba su colaboración a los desertores en fuga hacia Casanare y en ocasiones enviaba de contrabando armas, suministros e información a Ramón Nonato Pérez. Entre los desertores que recibieron su ayuda se contaba Antonio Arredondo, quien después de escapar del Batallón de Numancia logró incorporarse a las filas de Nonato Pérez en septiembre de 1817 y hacerse cargo del Batallón Cazadores, conformado por patriotas. A finales de agosto de 1817 la Pola adjuntó bastante información; con Arcos, Sabaraín, Francisco Arellano y la envió a Nonato. En el camino los esperaba el capellán patriota Mariano Fernández, con su auxiliar Manuel Salvador Díaz. El 23 de agosto la conspiración quedó al descubierto, poniendo en peligro la vida de quienes en ella participaban. El 6 de septiembre los españoles lograron capturar a nueve desertores camino a los Llanos, entre ellos Arcos, Salvador Díaz y Alejo Sabaraín, prometido de Policarpa Salavarrieta. Al presbítero Fernández lo capturaron hasta el primero de octubre. Los hombres transportaban cartas que la modista enviaba a Nonato Pérez, así como otros documentos incriminatorios. El virrey Sámano ordenó la captura de Policarpa y posteriormente fue apresada y encarcelada en el Colegio Mayor del Rosario junto con Sabaraín, Arellano, Arcos, Díaz, Suárez Galeano y Muruju. Después de un rápido juicio fueron condenados a muerte; el consejo de guerra que los juzgó era en todo contrario a las leyes españolas, pero Sámano no lo tuvo en cuenta.
Después de fusilamiento, los cadáveres de la Pola y sus siete compañeros fueron sepultados; en la iglesia de Veracruz, los hombres, y en la de San Agustín, el de ella.
Su martirio fue uno de los cuadros trágicos con que se ensangrentó la causa neogranadina y venezolana a partir de 1816. Porque si bien hubo triunfos, también hubo estragos y anarquías: Presentación Buenahora fusilada en Pore, por el coronel Bayer el 26 de junio de 1816; Bolívar, perseguido; Piar, inmortal vencedor en San Félix, expía su ambición en un banquillo. La Pola, víctima de Sámano, redime nuestra causa y engrandece nuestras glorias.
Ramón Nonato tenía tal aceptación en los republicanos del interior, que logró el apoyo de heroínas como la prócer Policarpa Salavarrieta sin siquiera conocerse y de la triniteña Presentación Buenahora, su paisana y compañera de armas.
Tomado del libro: “El Tigre”: Ramón Nonato Pérez, escrito por Delfín Rivera Salcedo.